Siete Esqueletos Decapitados

Capítulo Tres (fragmento)

- Pon atención, Sergio - dijo Brianda, dando saltitos-. "Jeté, Jeté. Pas de Bourré".
Miró de soslayo a Sergio.
- No te fijaste. Te enseño otra vez - exclamó.
- Sí me fijé - respondió él.
Brianda se colocó en posición y volvió a mostrarle lo aprendido en clase de ballet. Siempre que lo visitaba por las tardes se presentaba con el mismo atuendo: un tú rosa, pantalón de mezclilla, zapatos tenis y el cabello amarrado en forma de cola de caballo.
- "Pas de Bourré. Pas de Bourré." ¿Te fijaste?
-¿Para qué quieres que me fije , eh?
-Porque es lo que se supone que hacen los novios, Checo. Interesarse en las cosas que hace su novia.
Sergio exprimió el trapeador con fuerza y lo regresó al piso de la cocina.
- Tu y yo no somos novios, Brianda. Y deja de decirme Checho.
A los pocos días de haberse ido a vivir con Alicia a ese departamento de la calle Roma, en la colonia Juárez, Sergio había descubierto a Brianda hablando con la estatua  de Giordano Bruno. Una tarde de un viernes la había visto, desde su ventana, pararse frente a la figura de piedra del monje y hablarle sin descanso, como si éste pudiera oírla. Luego, la vio a la semana siguiente repetir la misma locura. Y de nuevo al tercer día. No pudo más con la intriga y bajó la calle a observar con atención. Con cautela se acercó a la escena, creyendo que tal vez habría una cámara oculta en la estatua o que acaso Brianda le estuviese hablando a alguien que quedaba fuera de la vista de Sergio. Al no descubrir nada se sentenció de que la niña esta loca e intentó volver a su casa,...

Extraído de Antonio Malpica (2010). Siete esqueletos decapitados p. 21




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